Meses atrás, la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó a un producto empleado en cosmética e higiene personal como “probablemente cancerígeno” para los humanos. 

La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), el órgano de la OMS que se encarga de identificar el potencial cancerígeno de las sustancias, concluyó, tras estudiar la evidencia científica disponible, que este mineral puede tener capacidad para causar cáncer en la población.

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La investigación ubica al talco en el nivel 2A, el segundo escalafón más alto dentro de su pirámide de identificación de peligros: esto quiere decir que, aunque hay una evidencia limitada de que pueda provocar tumores en humanos (en concreto, de ovario), sí hay suficiente certeza de que genera cáncer en animales de experimentación y se dispone, además, “de una fuerte evidencia mecanicista”.

Esto significa que el talco “exhibe características clave de carcinógenos en células humanas y de sistemas experimentales”, explicó la IARC en un comunicado. 

El talco es ámbito

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En este marco numerosos estudios mostraron un aumento de la incidencia de cáncer de ovario en seres humanos que declaraban haber utilizado polvos corporales en la región perineal. Aunque la evaluación se centró en el talco que no contenía amianto, no se pudo excluir la contaminación del talco con amianto en la mayoría de los estudios de seres humanos expuestos.

Por otro lado, no se pudieron descartar con una confianza razonable los sesgos en la forma en que se informó sobre el uso del talco en los estudios epidemiológicos. En consecuencia, no pudo establecerse plenamente un papel causal del talco.

También se observó un aumento de la tasa de cáncer de ovario en los estudios sobre la exposición profesional de las mujeres expuestas al talco en la industria papelera. Sin embargo no pudo excluirse la posibilidad de confusión por la exposición conjunta al amianto; el aumento de la tasa se basó en un pequeño número de cánceres de ovario en esos estudios ocupacionales.

En animales de experimentación, el tratamiento con talco provocó un aumento de la incidencia de neoplasias malignas en hembras (médula suprarrenal y pulmón) y una combinación de neoplasias benignas y malignas en machos (médula suprarrenal) de las ratas.

Por último, se utilizaron las características clave de los carcinógenos para evaluar sistemáticamente las pruebas mecanicistas de la carcinogenicidad de las sustancias. Al revisar las pruebas experimentales, el grupo de trabajo solo incluyó estudios en los que la contaminación del talco con amianto era altamente improbable.